Y tiene unos culpables que sí merecerían estar en el paro por llevarnos a esta situación que ahora pretenden parchear:
- El sistema político de Comunidades Autónomas. Sistema que exige una revisión o reconversión entera en un modelo más centralizado que transmita de manera efectiva las políticas del gobierno central a las regiones, que beneficie al ciudadano evitando los conflictos entre gobiernos regionales, diputaciones, ayuntamientos y gobierno central.
- La actual monarquía federal. Que encarna y es garante del orden (desorden) establecido y que, con el ciudadano Juan Carlos de Borbón a la cabeza, encarna un sistema que ha demostrado su fracaso, que es incapaz de afrontar con garantías un proceso de crisis económica como el actual y mucho menos uno de crisis política en el cual el techo competencial de las CCAA se convierte en un proceso de secesión de una minoritaría clase política frente a la mayoría de ciudadanos. La mentada monarquía federal ampara también una injusta ley electoral, un código penal insuficiente y un marasmo en política educativa destinado a perpetuar este estado de cosas.
- Los partidos mayoritarios (PSOE y PP). Que se encuentran muy a gusto en el chiringuito de las CCAA, donde disfrutan de parcelas de poder para autofinanciarse y desarrollarse de espaldas al servicio que han de prestar a los ciudadanos que les han elegido. Unos partidos que a imagen del caciquismo del siglo XIX han logrado hacer efectiva una red clientelar que se extiende por todo el territorio español y que les asegura el control de los procesos electorales, de la financiación de sus propios partidos y de los recursos económicos de las CCAA, cajas de ahorro y fondos estructurales del estado (amén de los impuestos que ahora asumirán en un paso más para reforzar este control: 50% del IVA, tasas varias, etc).
Solo queda el camino hacia un régimen republicano unitario como única alternativa que mantenga a España cohesionada y que beneficie al ciudadano, al tejido industrial y comercial español y al desarrollo económico, político y social de los hombres y mujeres españoles, no de instituciones que ni nos representan ni nos ayudan.

Y presidencialista, sobre todo. Con una república unitaria y parlamentaria solo hemos resuelto la mitad de problema.
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