Tienes una
habitación llena de ausencias.
Tienes el
vacío en la mirada.
Vacío de
niña a medias.
Tienes
nombres de diferentes dolencias
en
muestrarios de laboratorio.
Tienes el
frío de elementos primarios.
Tienes la
rabia de jóvenes enjaulados.
Y de
cachorros hambrientos.
Quieres
tener un día pleno.
Quieres
tener la última palabra.
Y la
primera sílaba.
Quieres
tener la luz encendida.
Quieres
saberte única, inmanente y extendida.
Quieres
tener los trapitos de moda.
Quieres
noches agitadas.
Y hombres
a la intemperie.
Obituario
de insanas razones.
Abrir en
canal el silencio.
Las calles
que guardan
esos
secretos.
El oxígeno
fluorado
de
nuestros pulmones
sintéticos.
Las palmas
de nuestras manos,
el brillo
apagado
de
nuestros besos.
La
inmensidad
de los
deseos.
Se abre la
primavera.
Con la
fuerza de un hongo nuclear.
Tus ojos
tornan
a
claroscuro.
Las naves
bogan
a
sotavento.
Los sauces
lloran
lentamente.
La mirada
hosca
de un
mundo en ebullición.
Pureza en
notas,
amor de a
dos.
Sollozas.
Matar el
tiempo
que adorna
la agonía
del alma.
Calor.
Y que
atraviesen el verso.
Que lo
dejen tendido.
Con las
tripas inveteradas
al aire.
Que junten
los profetas las manos,
que clamen
silentes.
Que nos
traigan el elixir
de días
sin amanecer.
Rosarios y
viejos mantos,
letanía
de vestales.
Travesía
de santos
en pos de
caminos
más que
aciagos.
Ha caído
de las nubes
la idea de
un mes de mayo.
Tu cabello
se revuelve.
Tu cabello
enmarañado.
Tus labios
de mercromina.
Tus pechos
medio gastados.
Se me
escapan las ideas.
Toma
versos, revienta,
y dame
lluvia de tus labios.