martes, 15 de febrero de 2011

Sobre las dalmáticas

Ni mucho menos es sorpresiva la decisión del obispado de Ciudad Real en desaconsejar el uso de dalmáticas en los cuerpos de acólitos de nuestras hermandades y cofradías.
Se desaconseja este uso pasando por encima no ya de aspectos materiales (como el capital invertido) sino históricos o sociales.
Se obvia la posibilidad de variar estos ropajes litúrgicos (aunque muchos ya lo estén) y poder mantenerlos dentro de los cortejos.
Se evidencia la realidad eclesial en la cual, desde el Concilio Vaticano II, su uso por parte del clero ha sido mínimo.
Se urge a su retirada cuando hablamos de una realidad en nada lesiva a la liturgia, a los dogmas de fe, a la imagen de la Iglesia como institución o al desarrollo de los cultos propios.
Y se pone de manifiesto la realidad de un sector de la Iglesia empeñado en refugiarse en los templos y sacristías. Evitando, a su vez, o poniendo fuertes trabas a que los católicos seglares manifestemos orgullosamente nuestra pertenencia a la Iglesia, la comunión con una tradición secular de la religiosidad popular o nuestro compromiso con una realidad tan viva como cualquier otra dentro del seno de la Iglesia Católica.
Se impone la reflexión, la posibilidad de diálogo y el fin de una comunicación unidireccional por parte de algunos de nuestros pastores.

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