lunes, 31 de agosto de 2009

Desear

El deseo se dice del anhelo de saciar un gusto.

La agradabilidad que conmueve nuestros sentidos, sea por encauzamiento o motivado por vivencias pasadas o por neto reflejo corporal ya sea por objetos materiales, por saber, por personas o por afectos. Siendo la consecuencia de uno o más sentimientos no satisfechos, postergados de forma voluntaria o involuntaria.

El deseo es la consecuencia final de la emoción inducida en origen por la variación del medio. La cadena causa-efecto que le corresponde es la siguiente: emoción, sentimiento y deseo.

El deseo es una maquinación.

A cada deseo le precede un sentimiento, se puede decir que al deseo sexual le precede un sentimiento de atracción: p. ej. Siento atracción hacia ti, ¿te apetece tener sexo conmigo? Las normas sociales actuales hacen imposible que esta frase sea de uso cotidiano, sobre todo por el miedo al rechazo. No obstante, el deseo —sea del tipo que sea— y su satisfacción, forman parte de la naturaleza humana. Satisfacer los deseos de forma adecuada implica el uso de la empatía para evitar agredir, y en consecuencia, provocar respuestas violentas en personas que, adecuadamente estimuladas, accederían sin problemas.

De ahí muchos de los problemas que me ahogan y como dijo Ortega:

El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho.

viernes, 28 de agosto de 2009

Al aproximarse el nuevo curso

Un artículo que he leído por el ciberespacio y me ha hecho reflexionar sobre lo que nos vamos a seguir encontrando este mes de septiembre.
Nosotros, los docentes, hemos de intentar enseñar que hay algo más allá del botellón...

"¿Hijo, qué quieres ser de mayor? Pues… hijo, papá". Así ironizaba sobre su vástago un camarero entrado en años que hablaba, hace unos días, con su compañero mientras servía la barra. "Ahora -prosiguió- 'me se' va con la novia diez días a Mallorca. ¡Cómo viven estos chicos!"

Estos chicos, sin privarse de ningún placer adulto, prolongan indefinidamente la dependencia de sus padres y se gastan lo que ganan en coches, ordenadores, cadenas de música y diversiones. Estos chicos siguen con juegos de niños hasta los dieciocho años y, hasta los treinta, se pasan buena parte del día entretenidos con Internet y con la televisión. A los treinta y cinco, siguiendo el modelo de la serie Friends, tienen todavía pandillas. "Son mis amigos, por encima de todas las cosas", dice una famosa cancioncilla, con dejes de blasfemia. Y a los cuarenta, empiezan a plantearse el futuro, ante el probable óbito de sus progenitores: se compran un piso de una sola habitación, y todo lo demás sigue igual.

Estos chicos -y no tan chicos- se divierten, y mucho, cosa que no tiene nada de nuevo. Lo nuevo es que, cuando pierden su tiempo en juergas y pasatiempos, no hacen, como en otro tiempo, algo de más, sino algo de menos. Se juntan, se aman, ven películas, oyen música, se emborrachan o fuman hachís como con desgana y aburrimiento. No lo hacen porque les desborde la fuerza vital de sus pasiones, sino porque les falta fuerza para pensar. Estos chicos ni siquiera son transgresores de normas y costumbres, porque la única norma que conocen es que no hay normas, lo único que creen es que nada es digno de crédito, de lo único que están convencidos es de que nada es verdad. Es decir, estos chicos son escépticos, pero no por exceso de crítica, sino por ausencia de pensamiento. En argot: son pasotas.

Estamos hechos para pensar, esto es, para conocer la realidad, que nos asalta con preguntas y evidencias intranquilizadoras. Pero pensar es doloroso, los datos son molestos y la realidad verdaderamente latosa. Por eso, hace falta mucho instrumento de diversión, mucha conexión con amigos por Internet, mucha repetición de máximas televisivas y, cuando esto no basta, mucho alcohol o suficiente droga para no pensar. Es necesario todo eso en grandes dosis para responder, siempre que se presenta un problema moral, político y religioso: "eso depende", "cada uno ve las cosas a su manera" o "yo paso de esos malos rollos, tío".

Estos chicos ¿de dónde han salido? De nuestro sistema de educación estatal. Lentamente, a base de sucesivos empujones y codazos el Estado Español, ese gran culpable, ha ido arrinconando la educación religiosa y familiar hasta monopolizar, más, mucho más que en otros países, la educación. Desde los ideales ilustrados contra el analfabetismo, hasta los planes de Villar Palasí, las Logses, las Loes, las Lous y todo ESO, pasando por estatismo educativo de Franco (que, por cierto, las jerarquías eclesiásticas admitieron sin chistar), la maquinaria estatal no ha hecho más que engullir todo el control de la enseñanza. Controla la edad de ingresar obligatoriamente en la educación, su duración y contenidos; controla que los listos no destaquen (por eso no pueden aprender a leer antes de los cinco años) y que los otros no se retrasen y, por ello, se les pasa de curso, hayan aprobado o no. Controla la ideología y los métodos de enseñanza, los castigos, los manuales, los exámenes y la preparación de los profesores. Controla el tamaño de los colegios, el de las aulas, el número de cursos y de alumnos por clase, de metros de patio, de gimnasio y de horas de clase, y de todo cuanto se les pueda ocurrir. Controla todo menos lo que debiera, a saber, que no haya bachilleres que no sepan escribir y que no haya profesionales incapaces en las carreras puramente civiles.

Las instituciones educativas se han convertido en grandes establos, de régimen cerrado en el caso de colegios e institutos, de régimen abierto en el caso de las universidades. Su fin ya no es educar, es decir, hacer hombres de bien capaces de enjuiciar cualquier asunto, como decía Aristóteles, sino mantener fuera de las calles a los alumnos y "socializarles", es decir, adoctrinarles en el relativismo democrático e igualar a todos en la ignorancia. No hablaré de las humillaciones que sufren los profesores. En breve tendrán que dar clase detrás de una urna de cristal acorazado y el orden será mantenido por la policía, como ya va a suceder en Francia. De los conocimientos sólo contaré que en 2º de Bachillerato, justo antes de entrar en la universidad, pregunté quien era anterior, Carlomagno o Alejandro Magno ¡y ninguno lo supo en toda una clase!



Dado tan clamoroso fracaso ¿facilita el estado la educación privada o la educación eclesiástica? Nada de eso. Ni hace, ni deja hacer. No permite la enseñanza en casa. Para fundar un colegio no concertado, hay que empezar por poner alrededor de ocho millones de euros sobre la mesa. No digamos para una universidad. En Francia, cuna del estatismo educativo, los alumnos pueden estudiar a distancia y basta con una casa, y poco más, para hacer un colegio. He conocido una universidad tradicionalista en París, que expide títulos reconocidos por la Sorbona, y cuyos locales se reducen a dos o tres pisos de un edificio. Aquí no: la constitución declara la libertad de enseñanza, pero el estado pone tales exigencias materiales para que se establezca un colegio o una universidad, que ninguna asociación que no sea muy poderosa puede ni siquiera planteárselo.

Los informes Pisa, los de la OCDE y de otros organismos internacionales, han puesto recientemente en la picota el sistema educativo español como uno de los que están a la cola de los países desarrollados. Algunos, desde la perspectiva del estado de derecho democrático se han llevado las manos a la cabeza. Por ejemplo Pérez-Reverte, con la delicadeza que le caracteriza, ha puesto de vuelta y media a Zapatero (al cual llama imbécil) y a sus ministros y ministras (cuya madre no se olvida de mentar), porque las sucesivas reformas socialistas -no menos que las del PP- han dado como resultado la ignorancia supina, la incapacidad de comprender el mundo, en que se halla sumida buena parte de nuestra juventud.

Pues bien, no estoy de acuerdo. Desde el punto de vista democrático, es un craso error calificar de desastrosa la educación pública española. Para verlo basta remontarse a Rousseau, padre doctrinal de la democracia, con su Contrato Social y padre, a la vez, de la pedagogía moderna, con su Emilio. Una cosa es complementaria de la otra. El pacto social conlleva que "cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general". Si una voluntad particular se niega, por disconformidad, a obedecer a la voluntad general, es lícito someterla por la fuerza. Con ello, según dice Rousseau, se obliga al ciudadano a ser libre, pues sólo la constitución de la voluntad general impide que estemos sometidos a una voluntad de otra persona. La voluntad personal pasa, en lo que se refiera a los asuntos públicos, a ser voluntad general, que, de hecho, se identifica con la voluntad del que ha sido votado. En nuestro caso con la voluntad del Sr. Rodríguez y su corte de los milagros.

Ahora bien, cuando se ha amputado la voluntad personal en lo que a las cuestiones sociales se refiere; cuando todo el interés por los asuntos comunes, o por la patria, se puede plasmar solamente en el voto a partidos e individuos que harán lo que les venga en gana; cuando todo eso sucede -digo- es necesario lobotomizar también la inteligencia sobre tales temas. Si se dejara que los españoles fueran educados en el sentido clásico de la palabra, es decir, si pudieran tener una concepción del mundo razonable, que les habilitara para juzgar sobre el bien y el mal en temas de política y en cualquier otro, su sufrimiento sería insoportable y resultarían, además, difícilmente gobernables. Al que le cercenan un órgano le anestesian; lo mismo debe hacerse con el que ha cedido su capacidad decisoria sobre sus deberes más importantes. Otra cosa sería crueldad. Los ciudadanos de una democracia sólo deben tener los conocimientos necesarios para la producción; deben limitarse a la profesión que les permite ganarse la vida y pagar los impuestos. Sobre todo lo demás, tienen que estar convencidos de que no cabe conocimiento seguro, y de que todo es cuestión de un gusto que queda a discreción de los representantes de la voluntad general.

Por eso, según dice Rousseau en el Emilio, la educación del niño individual deberá "ser puramente negativa, la cual no consiste ni en enseñar la virtud ni la verdad, sino en librar de vicios el corazón y el espíritu del error". ¿A qué se refiere con eso del vicio y del espíritu de error? Pues a los conocimientos que van más allá de lo que necesita en su vida personal, es decir, a los conocimientos filosóficos y a los que proporciona la Revelación. "Son los filósofos con su preceptos, los sacerdotes con sus exhortaciones los que envilecen" el corazón del niño, dice Rousseau. La enseñanza tiene como finalidad evitar las preocupaciones sobre el futuro, que nacen de la metafísica, de la religión y de la moral: "Si pudierais no hacer nada, ni dejar hacer nada, si lograrais tener sano y robusto a vuestro alumno hasta la edad de doce años, sin que supiera distinguir su mano derecha de la izquierda, desde vuestras primeras lecciones se abrirían lo ojos de su entendimiento a la razón, sin baches ni preocupaciones". Porque así disfrutará de la vida, sin que las teorías y religiones la ensombrezcan. "Padres -recomienda Rousseau-, tan pronto como puedan vuestros hijos gozar del placer de la existencia, haced que disfruten de él, y cuando les llegue la hora en que Dios los llame, no mueran sin haber disfrutado de la vida".



Vista desde la genuina doctrina de la democracia, la educación pública española es un éxito sin precedentes: tras un larguísimo período de instrucción, que se extiende hasta los veinticinco años, los discentes han aprendido a manejar, con más o menos pericia, unos instrumentos de producción y, sobre todo, han aprendido que nada más puede aprenderse. Se ha logrado que los alumnos no distingan la derecha de la izquierda, no ya hasta los doce años, como dice Rousseau, sino hasta la edad de jubilación. La inmadurez e inconsciencia del adolescente se junta con la recaída en la infancia del anciano. No sólo se les ha extirpado la voluntad particular en beneficio de la voluntad general, sino que se ha completado la operación con la ablación de toda concepción del universo que les permita juzgar con independencia de la voluntad general. Y si usted, amigo lector, duda que sea excelente tal educación, es porque se obstina en conocer, en creer y en desear el bien; es porque, en el fondo, todavía no es usted un demócrata.


martes, 25 de agosto de 2009

No vamos a salir de la crisis.

Lo extraigo del blog de Pazzi y lo suscribo prácticamente al 100%.

No vamos a salir de la crisis. Y cada día soy más consciente de ello. A lo largo de este tiempo estoy haciendo un análisis pormenorizado de la situación y España, definitivamente, no va a salir de la crisis nunca. Sí, lo sé, es una afirmación absoluta, pero ya de manera definitiva creo que lo puedo afirmar. Y lo vais a ver de una manera muy sencilla cuando os enumere una serie de actuaciones que habría que llevar a cabo y que los políticos (sean del pelaje que sean) no tomarán en la puñetera vida, pero que serían necesarias para terminar con esto:

1. Dar por zanjado el estado de las autonomías. El gasto público está sobredimensionado por duplicidades de competencias y por la cantidad de funcionarios que hay. El estado de las autonomías, señores míos, es uno de los causantes de esta debacle y del bestial déficit de la economía española. Naturalmente los partidos no querrán hacerlo. Demasiados apesebrados tienen chupando de la teta.

2. Esta idea me la ha dado fakinasjol y me parece fenomenal. Privatizar las cajas de ahorros. Sin excepción. El sistema financiero español tiene una de sus mayores debilidades en estas entidades, dominadas por políticos principalmente, que son incompetentes, caraduras y corruptos. ¿Cómo privatizarlas? ¿Se las darían al BSCH o al BBVA? No, simplemente se podría hacer que las cajas pertenecieran a sus trabajadores y a sus depositantes.

3. Quitar de enmedio todos los ministerios inútiles. Vivienda, Igualdad, Cultura, y reforzar otros:
Sanidad, Economía y Hacienda, Justicia, Educación (sí, sí, educación). Y quitar de enmedio a un montón de asesores inútiles.

4. Reforma educativa a fondo. Pero muy a fondo. Esto da para otra entrada, o para varias. Así que sólo lo cito.

5. Quitar el PER, directamente. Qué más decir, de toda esa reata de vagos votantes del PSOE. Con voto cautivo en plenos siglo XXI. Son simplemente la vergüenza de nuestra democracia como ciudadanos. El PSOE de Andalucía y el nacional también, son los que han prostituido la democracia y los subsidiados del PER son los que se la "cepillan". Ocho años tuvo el PP para quitárselo de encima. Y ahí sigue.

6. Reforma de la Justicia. Desvincularla del control político. Hacer que sea más ágil. No se puede tardar lo que se tarda en constituir una empresa en España por culpa de esta justicia lenta y anquilosada.

7. Reforma del mercado laboral, señores. Que esta organización del mismo, data de la época de Franco. Que sí, que sí, que los CCOO y UGT defienden una organización del mercado laboral creada por Franco. Abaratar el despido, favorecer la contratación.

8. Fomentar el comercio exterior. Señores, que si Francia y Alemania han salido de la recesión es por su sector exterior. Ya está bien. Aumentar la productividad, entre otras cosas haciendo centrales nucleares señores, energía más barata. No es necesario abaratar costes laborales para ser más productivo. La energía nuclear... ay, si tuviéramos las centrales nucleares que tiene Francia...

9. Dar prioridad completa a las comunicaciones por AVE hacia toda España. Quitar las autopistas de peaje. Y menos planes E de las narices.

10. Bajar los impuestos a todo el mundo. A rentas altas, rentas bajas, rentas medias. Pongamos un tramo único de IRPF de una puñetera vez. Fuera medidas estúpidas como lo del cheque bebé o la devolución de los 400 euros. Deducciones, señores, queremos más deducciones.

11. Priorizar en Hacienda que salga a flote toda la economía sumergida. Y al defraudador, fuerte multa. Fomentar la delación en este aspecto y premiarla así como castigar la falsa.

Podría seguir y seguir, pero creo que con estas medidas ya estaría un camino trazado... Todas estas medidas que no se tomarán son las que podrían sacar a España de la crisis. Ya sé que es muy presuntuoso por mi parte considerarme el gurú de las soluciones económicas, pero leches, que es que es todo muy evidente, pero muy evidente.

Como no saldremos de la crisis tan sólo nos quedará una cosa, y es marcharnos. Hace tiempo en un comentario a un artículo de El País (en su edición digital) una persona comentaba (y me hizo gracia): "Tendríamos que irnos todos los españoles y dejar España y a sus políticos en la estacada. Dejar España para los inmigrantes, que aguanten ellos a nuestros políticos". Y creo que es cierto. Fuera de todo nacionalismo español (que nunca he tenido) y vistas como están las cosas, sólo nos va a quedar hacer una cosa: Sacar el pasaporte e irnos.

P.D. No he comentado otra medida a tomar, pero también interesante: Erradicar la monarquía. Menudo sumidero de dinero.


viernes, 21 de agosto de 2009

Fuera se dan cuenta

El diario británico Financial Times ha señalado en un artículo publicado este miércoles que ‘la crisis económica ha ayudado a revelar el alto coste -para empresas y contribuyentes- que ha generado la descentralización española y las múltiples burocracias regionales y locales‘.

Según el prestigioso rotativo, este coste estaba ‘anteriormente oscurecido por la cantidad de dinero procedente de los impuestos inmobiliarios durante el boom de la vivienda‘.

El artículo, firmado por Victor Mallet, insiste en que ‘el Gobierno socialista de España necesita urgentemente reducir el gasto para detener el creciente déficit presupuestario que este año superará el 10% del PIB, pero se está encontrando un margen de maniobra muy limitado por la estructura regional del país‘.

Y recuerda que ‘las regiones absorben alrededor de la mitad del gasto público total. Otro 30% del presupuesto se destina a pagos no discrecionales de la seguridad social, dejando solo alrededor de una quinta parte de los gastos bajo control directo del Gobierno central’.

Financial Times menciona las tensiones entre el Gobierno central y las regiones, a pesar del ‘notable alcance de las competencias descentralizadas en paz durante los últimos 30 años’, y vaticina que ‘una combinación entre la necesidad económica y el cansancio público de los políticos nacionalistas puede estar haciendo cambiar la tendencia a favor de los unionistas españoles’, en referencia a los recientes resultados electorales en Galicia y País Vasco.

La salida de los nacionalistas de estos gobiernos, ‘complacerá a los inversores irritados por las regulaciones regionales‘, añade. Y cita que ‘anunciantes y cadenas hoteleras se encuentran entre los que se quejan de la diversidad de normas que se aplican en toda España’.

El diario británico concluye que ‘por primera vez en años, hay indicios de que el proceso de descentralización se podría estancar o incluso revertir’, especialmente si el PP gana las elecciones generales de 2012. Aunque recuerda que el PP también ha alentado y disfrutado de la abundancia financiera fruto de la descentralización, en las regiones donde ha gobernado, y que los nacionalistas no abandonarán fácilmente el terreno ganado durante décadas.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Ferias

Durante Julio, Agosto y Septiembre España se pone al servicio de las miles de fiestas de la geografía peninsular.
Para más adelante dejaré el sentido crítico de tanta fiesta que, a veces, a altas hora de la madrugada te aguijonea como un tábano socrático.
Ahora me subsumo en lo mismo que todas estas noches sin tener aún bien claro con qué afán. En unas fiestas que hacen pobres y carentes de toda originalidad los personajes de este ayuntamiento, que por desgracia voté en su día.
Sin más seguiré disfrutando de esa belleza que Ciudad Real y sus calles rezuman al amanecer.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Españoles somos...



ARTURO PÉREZ REVERTE

Les hablaba la semana pasada de manipulaciones históricas y de museos desaparecidos, o pasados por el tamiz del pacifismo simplón, de telediario y foto de periódico, que tanto nos pone. Y al final, por falta de espacio, me quedé con ganas de mencionar también otra clase de museos, esta vez al aire libre: los escenarios de sucesos históricos. Alguna vez hablé aquí del magnífico trabajo de conservación que el Gobierno belga hace en Waterloo, escenario de la última batalla napoleónica. Menos el museo local y la colina artificial del León, desde donde puede abarcarse con la vista todo el terreno, el lugar está intacto. Ni una casa más, o casi, desde 1815. Eso hace posible un continuo ir y venir de visitantes: turistas, aficionados, historiadores, colegios y gente así.

En España, como saben, la situación suele ser la opuesta. Esas cosas tienen mala prensa; no sólo por confusiones ideológicas, sino también, y sobre todo, por ignorancia y desidia. Ni siquiera el franquismo, con todos sus trompeteos y fastos imperiales, se interesó por esos lugares. Excepto los monumentos y placas de la Cruzada contra los rojos malvados, lo demás importaba un carajo. Casi todos los monumentos conmemorativos de la historia de España los debemos a iniciativas cultas del si- glo XIX y principios del XX. Eso dura hasta hoy. El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, pidió y obtuvo el año pasado, en plena demagogia del Bicentenario, textos para placas que señalarían lugares notables del 2 de Mayo; y que, año y pico después, ni están colocadas ni se las espera. Mientras que en París no hay apenas calle sin mención de que allí murió Fulanito Dupont luchando contra los nazis, las ciudades italianas están salpicadas de alusiones a los que cayeron sotto il piombo tedesco, y a los republicanos españoles se los recuerda más en Francia que en España.

Mucha gente, políticos analfabetos sobre todo, cree que se trata de recordar batallitas del abuelo Cebolleta. Por eso desprecian y degradan lugares que podrían servir como atracción turística y como lección viva de Historia y de memoria. Ahí están, entre muchos, los ejemplos de Las Navas de Tolosa, Arapiles, Bailén –chalets adosados por todas partes–, o la atrocidad que se está haciendo con el paisaje histórico de Numancia, con el proyecto de un polígono industrial que destrozará lo que en cualquier país decente sería de cuidado exquisito y visita obligada para escolares. O el parque eólico marino que se instalará, como si no hubiera otro lugar en toda la costa, exactamente en las aguas donde se libró el combate del cabo Trafalgar. Desparrame este, el de los molinos eólicos –subvencionados con fondos públicos y con mucho interés privado mojando en la salsa–, que pende sobre algunos de los pocos lugares de importancia histórica que nos quedan intactos. Como Uclés.

El caso de Uclés clama al cielo. Aparte de que el pueblo sea de una belleza espectacular con sus calles medievales, sus murallas y monasterio, y de que desde sus alturas pueda contemplarse un paisaje extraordinario, allí tuvieron lugar dos acontecimientos importantes en la historia de España. Uno fue la batalla famosa en la que, el año 1108, un ejército almorávide compuesto de murcianos, valencianos y cordobeses bajo el mando de Tamin Yusuf saqueó la ciudad después de hacer picadillo en la llanura a un ejército castellano, cortando tres mil cabezas cristianas entre las que se contaban las de García Ordóñez –el enemigo del Cid– y el infantito don Sancho, hijo del rey Alfonso VI. Y setecientos años más tarde, en 1809 y exactamente en el mismo sitio, las tropas francesas mandadas por los generales Ruffin y Villatte destrozaron al ejército español del Centro, que mandaban los zánganos incompetentes del general Venegas y el duque del Infantado, haciendo una carnicería de juzgado de guardia. Ese doble campo de batalla, bajo los muros mismos de Uclés, se encuentra milagrosamente intacto; igual que estaba, no hace dos siglos, sino nueve. Y acabo de enterarme de que hay un proyecto, apoyado por la Junta de Castilla-La Mancha, para instalar un parque eólico con torres de 121 metros de altura a tres kilómetros y medio de allí, sobre la sierra vecina. Reventando no sólo ese magnífico paisaje histórico y natural, sino también el del cercano parque arqueológico de Segóbriga. Con fondo de molinillos dando vueltas. Flop, flop. Imaginen la foto.

Confieso, de todas formas, que lo de Uclés lo tengo como asunto personal. Porque también en sus campos se libró una tercera pajarraca, ésta ficticia. O de pastel. Allí, debido precisamente a lo limpio del lugar y su belleza, se situó la escena de la batalla de Rocroi durante el rodaje de la película Alatriste. Así que calculen. Ponerle molinos de fondo al paisaje donde transcurre mi escena favorita, cuando Viggo Mortensen, hecho polvo como sus colegas, le dice al franchute: «Decid al señor duque de Enghien que agradecemos su oferta, pero éste es un tercio español». O sea. Me llevan los diablos.

jueves, 6 de agosto de 2009

Signorelli



El alma glauca de Signorelli deja entrever sus obsesiones más íntimas como si de un cristal lleno de vaho se tratase.
Estos locos divinos de la Escuela de Umbria fueron y son el culmen de toda la imaginación quebrada de güelfos y gibelinos, de donatistas y valdenses, de pelagianos decadentes y dulcinistas extraviados.
A veces me gustaría vivir en el taller de Signorelli o en el del maestro Piero.
Me gustaría llevarle los recados, "cuatro huevos frescos de gallina, media taza genovesa de vino y pergamino de a pulgada". Atravesando su puerta lo encontraría enfrascado en el bello perfil de Lucía, La Amalfitana, por ser su padre de esa rica villa marinera. Tan dentro de su obra, tan abstraído en el correcto dibujo, en el plegado señorial del velo de seda veneciana.
Y más allá, amontonados, los grandes lienzos del Duomo de Perugia y los encargos ducales. Tan llenos de trazas violentas, de fantasía fluyente de sus rojizos ojos.
La Madonna mayestática ordenando el mundo, orlada de santos ejemplares. Il Duomo rendido a sus pies de palimsepto monocromático. Desprendiendo ya el olor a incienso y siglos.
A veces me gustaría dormir entre sus criaturas y en la fantasía sempervivente de tantísimo universo creado, existente y vivo. Entre las paredes de las catedrales luminosas de la Umbría calada de mármol, llena de noche y luz, de sueños y cipreses que parecen llamas de una hoguera quimérica.

Nos mudamos

 Nos mudamos a: https://espadascomolabio.wordpress.com/