lunes, 31 de agosto de 2009

Desear

El deseo se dice del anhelo de saciar un gusto.

La agradabilidad que conmueve nuestros sentidos, sea por encauzamiento o motivado por vivencias pasadas o por neto reflejo corporal ya sea por objetos materiales, por saber, por personas o por afectos. Siendo la consecuencia de uno o más sentimientos no satisfechos, postergados de forma voluntaria o involuntaria.

El deseo es la consecuencia final de la emoción inducida en origen por la variación del medio. La cadena causa-efecto que le corresponde es la siguiente: emoción, sentimiento y deseo.

El deseo es una maquinación.

A cada deseo le precede un sentimiento, se puede decir que al deseo sexual le precede un sentimiento de atracción: p. ej. Siento atracción hacia ti, ¿te apetece tener sexo conmigo? Las normas sociales actuales hacen imposible que esta frase sea de uso cotidiano, sobre todo por el miedo al rechazo. No obstante, el deseo —sea del tipo que sea— y su satisfacción, forman parte de la naturaleza humana. Satisfacer los deseos de forma adecuada implica el uso de la empatía para evitar agredir, y en consecuencia, provocar respuestas violentas en personas que, adecuadamente estimuladas, accederían sin problemas.

De ahí muchos de los problemas que me ahogan y como dijo Ortega:

El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho.

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