jueves, 25 de abril de 2019

La dignidad del nazareno. Breve análisis de la Semana Santa de 2019


LA DIGNIDAD DEL NAZARENO. BREVE ANÁLISIS DE LA SEMANA SANTA 2019

Con motivo de la pasada Semana Santa leía un artículo con este maravilloso encabezamiento para hacer referencia a la masificación de nazarenos en los cortejos sevillanos. Y, paradójicamente, nos vale de referencia para analizar nuestra Semana Mayor. Pero dirigiéndolo al otro lado: a la necesaria dignificación de los nazarenos por su escasez y su poco cuidado.
Un año más nuestra Semana Santa y sus cofradías se encuentran con los mismos problemas, crónicos en algunos casos, en aras de solución en otros. Pero, por el contrario, nos encontramos nuevos desafíos.

La Semana Santa de 2019, atípica, cambiante, extraña y caprichosa, nos deja un sabor agridulce. Una cuaresma de efemérides con dos grandes Via Crucis extraordinarios de los que deberían tomar nota los organizadores del Via Crucis arciprestal (ahora llamado interparroquial). Unas vísperas a medio hacer con un Nazareno ‘in albis’ y una Dolorosa con buenas sensaciones.
El Domingo de Ramos brilló como los últimos años aunque los nazarenos de los cortejos de las tres corporaciones se han estancado este año frenando su crecimiento. ¿Razones? El nazareno no es el centro de la cofradía.
La Borriquita, con un trabajo continuado, logra mantener un importante número de nazarenos. Sigue siendo un desafío exornar el paso y las imágenes. Y hay que mejorar el tiempo de paso. Cuarenta y pico nazarenos no pueden tardar en pasar una hora.
La Coronación ha mejorado mucho en detalles como el trabajo en los pasos, el exorno o la priostía. Además, el cortejo iba bien ordenado.

El Prendimiento, también, con el cortejo ordenado pero menos numeroso que en otras ocasiones. Los pasos muy bien como es costumbre.
Lunes Santo. Sigue siendo un día perdido para nuestras cofradías. Sigue teniendo un Vía Crucis clericalizado donde el protagonismo no es del fiel, no es de los cofrades y no lo es de la Imagen Sagrada que lo preside, la cual va portada con menos brillo que en muchos traslados.
El Martes Santo la cofradía de Medinaceli ha aumentado su cortejo respecto a años anteriores pero lastra problemas en su discurrir con tiempo de paso muy lento.
La hermandad de la Esperanza, con un nutrido y ordenado cortejo, se ha convertido en un referente con una marcada identidad propia de cofradía de barrio.
Las Penas creo que mantuvo su línea habitual. Juzguen ustedes.
La Flagelación, en un miércoles desapacible, puso en la calle un gran cortejo y supuso un auténtico acierto el estreno de la banda en el paso de misterio. Con un paso por la Merced de los más impresionantes que recuerdo en nuestra Semana Santa. Impresionante. El palio, como siempre, dando lecciones de saber hacer. Una pena que lo apresurado por la amenaza de lluvia nos privase de muchos momentos.
Jueves en blanco.
El Viernes Santo por la mañana sigue siendo el auténtico despropósito de nuestra Semana Santa. Hermandades inexistentes con cortejos irrisorios (¡veinte túnicas!), atributos portados como si llevases cualquier cosa, nazarenos destapados, algunos viendo la procesión por fuera con la túnica, nazarenos en los bares con la túnica. Todo lo que NO debe ser una cofradía en la calle se puede ver el Viernes Santo por la mañana en Ciudad Real. Una vergüenza para propios y turistas.
Y a ello hay que sumarle los bochornosos sucesos del Sábado por la mañana. Cuando te echan literalmente a la calle, poniendo el peligro patrimonio material y humano, cuando no se tiene ni al culto tus titulares, ¿qué se espera para abandonar un lugar donde ni te quieren ni te respetan? Quien tenga oídos que oiga. Yo como hermano lo tendría claro.
Como broche de esta Semana Santa la despedida de la talla del Resucitado de Donaire. Una excelente noticia. Ahora salen defensores de esta talla que ni mueve a devoción (ha habido colas para rezarle) ni es una talla procesional más allá de una imagen postconciliar modernista que no llegó a entroncar con la tradición imaginera española.

Al hilo del título del artículo, no quería finalizar sin hacer una pequeña reflexión. La figura del costalero se ha convertido en el eje sobre el que basculan muchas de nuestras cofradías. Hay algunas con más costaleros que nazarenos de fila. Y las Juntas de Gobierno cuidan a sus costaleros y trabajan para ellos antes que por llenar el cortejo de túnicas nazarenas. Es un desenfoque de cuál es la figura central de la cofradía en la calle. Yo, que he sido costalero, abomino de los costaleros que nunca se ponen la túnica de su hermandad, de las cuadrillas de foto en redes sociales y postureo creciente. El carácter penitencial de las hermandades, el anonimato y el silencio languidece frente al ruido de algunos en el mundo ‘de abajo’.
Una cofradía en la calle debe conseguir el equilibrio entre los que portan la Sagrada Imagen, los que hacen penitencia anónima y los que dignifican la cofradía como servidores o cuerpos de acólitos. Si se pierde este equilibrio en favor de unos la cofradía adolece de una carencia total en fondo y forma.
Tras la Sagrada Imagen el nazareno de fila debe ser el centro de la cofradía. Lo demás es contingente pero la figura del nazareno es la única y más necesaria.

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