sábado, 27 de noviembre de 2010

Sahara Occidental: la amarga verdad

El reino de Marruecos, culpable de la masacre de saharauis. El reino de España, cómplice
El reino de Marruecos ha arrasado un campamento de saharauis próximo a El Aaiún, la antigua capital de la ex provincia española del Sahara Occidental, que también se halla en estado de sitio. Las matanzas, detenciones y torturas, cuyas proporciones no son conocidas todavía, han puesto nuevamente de relieve el carácter brutal del régimen alauita, que también reclama como suyas las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, así como las islas Canarias.

Con la complicidad del régimen juancarlista y del poderoso lobby pro-marroquí encabezado por la Zarzuela y el PSOE, y en el que se inserta un sector de empresarios, el régimen alauita lleva años consolidando su ocupación del Sahara, ante la indiferencia de la “comunidad internacional”. Los actuales valedores de Marruecos, EE.UU y Francia, ya han obtenido las concesiones necesarias de Mohamed VI para explotar los fosfatos y el petróleo de la zona.

Mientras el Borbón guarda silencio ante las últimas hazañas de su hermano Mohamed, el gobierno del PSOE, que estaba informado de los siniestros planes del sultán marroquí, trata de encubrirlos con la ridícula diplomacia de su Moratrini.

Nuestra memoria histórica

El que se haya llegado a este punto, es responsabilidad de la cobardía histórica del franquismo y del juancarlismo, puesta de manifiesto en tres tiempos:

1. Claudicación ante el deber de defender al Sahara como provincia española.

España está presente en el Sahara occidental desde 1884. Esta zona pasó a ser provincia española, a efectos institucionales y de ciudadanía, en enero de 1958.

Bajo la instigación de Argelia, a su vez propulsada por la URSS, el Frente Polisario desencadenó en 1974 una guerra de guerrillas contra la “dominación colonial española”.

La ONU declaró al Sahara «territorio a descolonizar», atribuyendo a España un papel de «potencia administradora» de ese proceso. España aceptó sin rechistar esa imposición «descolonizadora», fomentada por Francia, entre otros, en lugar de seguir el ejemplo de los franceses con sus provincias de ultramar.

En el primer semestre de 1975 debía celebrarse un referéndum de autodeterminación establecido por la ONU. En ese momento, intervino Marruecos oponiéndose al referéndum y acudiendo al tribunal internacional de La Haya, que en octubre dictaminó que Marruecos no tenía ninguna legitimidad sobre el territorio.

2. Renuncia al papel de España como «potencia administradora» y entrega directa del Sahara a Marruecos.

Franco agonizaba cuando el Borbón se convirtió en jefe de Estado en funciones, con plenitud de poderes. El 2 de noviembre de 1975 viajó a El Aaiún donde, entre banderas españolas, promete que España «cumplirá sus obligaciones internacionales».

Sin embargo, los EE.UU no podían permitir que el eje Argelia-URSS, vehiculizado por la presencia del Frente Polisario, consiguiera una salida al Atlántico por África. Ante ese riesgo, los estadounidenses consideraron a Marruecos un aliado más fiable que España. Así organizó Hassan II la “marcha verde”, colocando a sus súbditos como escudos de su ejército, respaldado por el apoyo yanqui y la financiación de Arabia Saudita. España huye cobardemente del Sahara, «porque es un montón de arena que no justifica una sola gota de sangre». El 14 de noviembre se firman los acuerdos de Madrid, que suponen la retirada efectiva de la presencia española en el Sahara.

En 1976 Marruecos y Mauritania asumieron conjuntamente la administración del territorio del Sahara Occidental, bajo la benevolente mirada de la ONU. Marruecos, dos terceras partes del territorio y Mauritania una tercera parte. Mauritania renunció a su parte en 1979, y Marruecos la ocupó, abrasando con napalm a la población de esa zona, que tuvo que huir a Tinduf (Argelia).

3. Reconocimiento de hecho de la soberanía marroquí sobre el Sahara occidental.

Marruecos fue extendiendo su control a sangre y fuego y, finalmente, el rey Hassan II proclamó unilateralmente que el Sahara Occidental era una mera provincia de Marruecos, asumiendo plena soberanía sobre la misma. Esta anexión así como la negativa a convocar el referéndum sólo provocaron protestas verbales de la ONU –a pesar de que violaba sus resoluciones anteriores– y de España.

Durante toda la “transición” y posteriormente, España ha estado vendiendo e incluso regalando armamento a Marruecos. De hecho, se reconoce la soberanía marroquí, que ahora permite a franceses y yanquis el expolio de las riquezas naturales del Sahara.

El cuento chino de la “autodeterminación de las nacionalidades”

La historia ha demostrado que gran parte de las descolonizaciones no fueron más que procesos de redivisión de zonas del planeta entre las grandes potencias. En todo caso, lo que no cabe duda es de que las “luchas de liberación nacional” de los pequeños “pueblos”, con vistas a su “autodeterminación” y constitución en “estados libres”, no han significado otra cosa que trasiego de calderilla de unos bolsillos a otros. El último ejemplo: Kosovo.

No apoyamos al Frente Polisario. Esta marioneta del Estado argelino se alzó en armas contra quienes hasta el momento eran sus compatriotas, secuestrando y asesinando a centenares de marineros, trabajadores y militares españoles. Ahora nos piden apoyo para una guerra que no es la nuestra.

La República Árabe Democrática Saharaui, el Sahara independiente es –para desgracia de los saharauis– un espejismo del desierto alimentado por las calenturientas mentes de los dirigentes polisarios en el periodo de la Guerra Fría. Hoy consiste en que el Sahara Occidental deje de ser una provincia marroquí para convertirse en un apéndice de Argelia. La aventura del Frente Polisario acabó entre las arenas plagadas de minas antipersonales, tras un muro alzado por Marruecos con la ayuda de Israel.

Conquistar la dignidad nacional

Lo que está pasando es muy triste. Toda una historia de claudicaciones pesa ahora como una losa sobre la conciencia de los españoles. Tenemos una onerosa deuda con muchos saharauis por incumplir nuestro deber de defender su estatus de provincia española. Todo lo que sucedió luego viene de ahí.

Ahora es imposible reparar el daño causado de forma ignominiosa. De nada sirve creerse espejismos como el de que España sigue siendo la potencia administradora del Sahara y debe hacer cumplir las resoluciones de la ONU. No se puede restañar el sufrimiento inmenso que se provocó, de la peor forma posible, mediante llamamientos a favor de «las soluciones diplomáticas» e «intervenciones de la comunidad internacional». Esas farsas se las dejamos a los Bardem y a la claque de sindicalistas y políticos del PP, IU, UPyD, etc.

Ahora mismo hay que mirar hacia adelante. Sólo podemos aspirar a una mínima dignidad y decencia nacional emprendiendo el combate por derrocar a la monarquía juancarlista, cómplice del tirano de Marruecos. Sólo así es posible que algún día los saharauis tengan la suerte de ver derrocada la monarquía alauita.

Y preparnos para la defensa de Ceuta, Melilla y Canarias con uñas y dientes.

Desde la web del PNR

1 comentario:

  1. Se puede decir con otras palabras pero no mas claro. Se puede tergiversar, retorcer o manipular la historia, pero nunca borrar.

    Ahora mismo, en el blog de Gyoni: Aniquilando a un pueblo

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